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— La vida no es una novela, Alex. Puede acabarse en un segundo.
El otro día estaba almorzando en la Plaza Daley con mi madre…
y un hombre murió enfrente de mí.
Murió en mis brazos. Y yo pensé…
«no puede acabarse así nada más el Día de San Valentín».
Y pensé en toda la gente que lo amaba, que lo esperaba en casa…
y que nunca lo volverá a ver.
Y entonces pensé: ¿Y si no tiene a nadie?
¿Qué tal si uno vive toda su vida y no hay nadie esperando?
Así que fui a la casa del lago a buscar alguna respuesta.
Y te encontré a ti.
Y me permití perderme…en esta hermosa fantasía en la que el tiempo se detuvo.
Pero no es real, Alex.
Tengo que aprender a vivir la vida que tengo.
Por favor, no me escribas más.
No trates de encontrarme.
Déjame dejarte.
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