Luis Puenzo – La puta y la ballena

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—¿Llegaron las ballenas?
—¡Uh!, hace rato
—¿Y te metiste con ellas?, contáme
—Había un pibe que quería saber dónde van las ballenas cuando se van…
En invierno las miraba desde la orilla, en verano se la pasaba preguntando,
pero cuando la gente habla del mar, habla de la superficie…
Decían: tené cuidado, no te metás muy hondo.
De la ballenas ni una palabra, así que un día no preguntó más
y se fue a nadar con las ballenas
—Seguí
—Allá abajo se ve todo al revés, la superficie es un cristal brillante,
y las ballenas vuelan, el pibe se dio cuenta que el mar se ve al revés desde la costa,
que del fondo se ve tal cual es. Tuvo un poco de miedo
—¿Por qué, qué le pasaba?
—Nada, que se acercaron mucho
—¡Ah!
—Las ballenas son tímidas, pero también son curiosas,
lo miraban así con un ojo grandote, para saber cómo era…
El misterio soy yo, pensó el pibe, y ahí se enteró de que todo es relativo,
que es muy poco lo que podemos entender,
así que dejó de preguntarse dónde van las ballenas
y se conformó con esperarlas.
—¿Y a dónde van?
—¡Yo que sé! Algo les dice que se tienen que ir,
desconfían…, un llamado, el mandato de la especie,
las migraciones del alma, hay algo que las lleva a destino,
van y vienen, aunque no alcancemos a saber dónde han estado
—Y cuando se están por morir, salen a la playa
—No, viejita, no, mueren mar adentro…
Alguna que se queda varada cada tanto, pero no sabemos por qué.
—Porque están cansadas… Yo también estoy cansada…
lleváme para allá, querés, tiráme al agua

[…]