Eliseo Subiela – Hombre mirando al sudeste

[…]
-Yo soy mas racional que ustedes
Respondo racionalmente a los estimulos
Si alguien sufre lo consuelo
alguien me pide ayuda se la doy
¿Por qué entonces usted cree que estoy loco?
Si alguien me mira, lo miro
Si alguien me habla, lo escucho
Ustedes se han ido volviendo locos de a poco
por no reconocer esos estimulos
simplemente por haber ido ignorandolos.
Alguien se muere y ustedes lo dejan morir
Alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado
Alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tiene
Alguien se muere de tristesa y ustedes lo encierran para no verlo…
Alguien que sistematicamente adopta esas conductas,
que camina entre las victimas como si no estuvieran,
podra vestirse bien
podra pagar sus impuestos
ir a misa
pero no me va a negar que esta enfermo….
Su realidad es espantosa doctor.
Por qué no dejan de una buena vez la hipocrecia
y buscan la locura de este lado
y se dejan de perseguir a los tristes
a los pobres de espiritu
a los que no compran porque no quieren o porque no pueden
toda esa mierda que usted me venderia de muy buena gana
…si pudiera, claro.
[…]

hombre-mirando-al-sudeste

Juan Luis Panero – Sangre y alcohol

(A José Asunción Silva – Rubén Darío)

En el silencio de la tarde, ya casi noche,
el sonido de un disparo interrumpe
el decimonónico concierto de las campanas,
mientras la lluvia, implacable, cae
sobre los húmedos tejados de Santa Fe de Bogotá.
Casi al mismo tiempo, en París,
en un hotel de segunda, sábanas sucias
y putas disfrazadas de princesas,
un indio borracho estalla su copa contra un espejo.
¿Quién hubiera pensado entonces
que, entre humo de pólvora y cristales rotos
–sangre y alcohol– unas palabras perdurarían
hasta llegar, misterioso lenguaje, a este papel en blanco?

[Nota:
Fue en 1896 cuando José Asunción Silva pidió a su amigo médico que le marcase una cruz en el sitio exacto donde «le late el corazón», y Rubén Darío bebía en París las palabras del modernismo «mientras en las copas cristalinas hervía el champaña con su burbujeo luminoso».
Para Juan Luis Panero ninguno de los dos era consciente de la fuerza que iban a tener sus palabras para llegar tan lejos]

Pink Floyd – Another Brick in the Wall

¡Tú!
¡Tú!
¡Sí, tú!
¡Quédate quieto, muchacho!

Cuando crecimos y fuimos a la escuela
habían algunos profesores que
molestaban a los niños cada vez que podian.
Haciendo burla de cualquier cosa que hicieramos
exhibiendo cada debilidad
que eran cuidadosamente ocultadas
por los niños.

¿Qué tenemos aquí, muchacho?
¿Garabatos misteriosos?
¿Un código secreto?
No. Nada menos que poemas.
Poemas, clase.
Asi que el muchacho se cree poeta.

«No toques mi dinero.
Vivir como un rey espero.
El dinero para mí solo lo quiero.
Auto nuevo, caviar,
con cuatro estrellas soñaré.
Un equipo de futbol creo que me compraré».

¡Pura basura, muchacho!
Trabaja en tu tarea.

Repitan conmigo:

un acre es el área de un rectángulo…
cuya longitud es un estadio…
y cuyo ancho es una cadena de agrimensor.

Pero en el pueblo todos sabían
que al llegar a su casa en la noche
sus gordas y psicópatas esposas
los atormentarían
por el resto de sus vidas.

No queremos más educación.
No queremos más control mental.
No más oscuros sarcasmos en la sala de clases.
Profesor, deja a los niños en paz.
¡Hey, profesor, deja a los niños en paz!
Después de todo, no es más que otro ladrillo en el muro.

¡Muy mal! ¡Háganlo de nuevo!

Después de todo, no eres más que otro ladrillo en el muro.

No queremos más educacion.

¡Si no se comen la carne, se quedarán sin postre!

No queremos más control mental.

¡Cómo quieren comer postre si no se comen la carne!

No más oscuros sarcasmos en la sala de clases.

¡Tú! ¡Sí, tú niño!

¡Miren, poemas!
Asi que el muchacho se cree poeta.

Profesor, deja a los niños en paz.
¡Hey, profesor, deja a los niños en paz!

Después de todo, no eres más que otro ladrillo en el muro.
Después de todo, no eres más que otro ladrillo en el muro.

No queremos más educación.
No más oscuros sarcasmos en la sala de clases.

Otra vez. Un acre es el área
de un rectángulo…
cuya longitud es un estadio…
y cuyo ancho es una cadena de agrimensor.

Roberto Fernandez Retamar – Felices los normales

Felices los normales, esos seres extraños,
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

Roberto Grela / Francisco Gorrindo – Las cuarenta

[Tango inmortalizado en un bolero de Rolando Laserie (con ajustes al texto original). ¿Quién no ha levantado una copa con esta canción?]

Año: 1937

Con el pucho de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, un poco lerdo el andar,
dobló la esquina del barrio y, curda ya de recuerdos,
como volcando un veneno esto se le oyó acusar.

Vieja calle de mi barrio donde he dado el primor paso,
vuelvo a vos, gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que me diera la verdad.

Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno,
sé del beso que se compra, sé del beso que se da;
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata uno vale mucho más.

Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado… ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron;
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo…
Toda carta tiene contra y toda contra se da!

Hoy no creo ni en mí mismo. .. Todo es grupo, todo es falso,
y aquél, el que está más alto, es igual a los demás…
Por eso, no has de extrañarte si, alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar.

Nota:
Video de versión de Rolando Laserie

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