Nae Caranfil – Filantropica

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El café de los escritores.
Un lugar que prefería evitar.
Tuve que estudiar las obras de
muchos de estos borrachos en la universidad.
Eran los poetas de la «Era de oro»…
quienes veían por primera vez la contradición existencial
entre el vodka ruso y el shpritz rumano.
Pero bajo estas circunstancias
el orgullo debe ser dejado de lado.
¡Hay que atacar cuando esta caliente!

— Señor Negreanu, si me permitiera…
— Hable. Quiero decir, le permito.
— He admirado su trabajo por muchos años y quisiera…
— Ah, un autografo?
— No…
— ¡No tengo lapicera!
— Me gustaría que leyese algo
  y luego me diese su sincera opinión.
— Ah, si? No tengo ningún momento libre hasta después
  del primero de Diciembre. Pero déjelo ahí.
— Si alguien más lo quiere, está a sólo 3.000.
— ¿Qué?
  ¿Quiere venderlo aquí, a los escritores?
— Usted sabe, nosotros, la generación joven,
  pasamos un momento muy difícil…
— ¡Un momento difícil!
  ¡Que prepotencia!
  Yo, con 17 libros publicados, montones de premios
  y textos que aún hoy son estudiados en las escuelas…
  ¡tengo que comer y beber en esta pocilga! Y fiado porque no tengo
  para pagar, y tampoco mis compañeros…
  ¿Y tu joven generación sufre complicaciones?
  Tienes que tener agallas para venir a venderle a los
  escritores por tu novelucha…
  Sabes lo que opino de ti, de los escritores de los 90´s?
  ¡Opino esto!
  ¡Arriba los clásicos! ¡Larga vida a Eminescu!
  ¡Que los postmodernos se vayan a la mierda!
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